Domingo, 30 de octubre de 2011
LILA PASTORIZA, SOBREVIVIENTE DE LA ESMA, REFLEXIONA SOBRE LA SENTENCIA A LOS REPRESORES DE ESE CENTRO CLANDESTINO
“Fue un día de justicia”
Las sensaciones al escuchar la condena. El recuerdo de sus compañeros y la satisfacción por haber cumplido con un mandato. Los represores, iguales y diferentes. La necesidad de sancionar estos crímenes.
Por Victoria Ginzberg
Lila Pastoriza vuelve al predio donde funcionó la ESMA casi todos los días. En su caso, no es una frase simbólica, sino literal. Dedicada desde hace años a las políticas sobre la memoria, trabaja en el ente público que coordina el Espacio para la Memoria y Promoción de los Derechos Humanos que funciona ahora en el terreno del centro clandestino de detención. El Casino de Oficiales, donde estuvo secuestrada, trata de no pisarlo: “Ese lugar está habitado por mis compañeros. Yo no veo una pared, un rincón, veo gente”. En cambio, dice, busca poner en ese sitio de muerte algo de vida. El miércoles escuchó las condenas a los 16 represores en la calle, en la pantalla gigante que se instaló en la puerta de los tribunales de Comodoro Py. “Sentí una gran emoción que todavía me dura, porque de alguna manera era cumplir con un mandato que nos habíamos dado: que el que saliera tenía que hablar, que denunciar, hacer que haya una sanción. Cuando fuimos liberadas con Pilar Calveiro salimos en un avión y recién a las dos horas de vuelo dijimos ‘estamos libres’ y empezamos a abrazarnos y a saltar. Era una sensación de irrealidad, de ‘estamos soñando’. Y con el fallo fue una sensación parecida”, cuenta.
–¿Cuál es su conclusión sobre el juicio?
–Fue un día de justicia. Como sobreviviente tengo satisfacción por poder cumplir el mandato hacia los compañeros, el compromiso con una generación que quiso transformar al país. Los desaparecidos, a quienes los represores buscaron borrar hasta de la historia y del recuerdo, son los que sustentaron las luchas de estos años. Y hoy están más presentes que nunca. Además este juicio tuvo muchas dificultades. Y lo de la ESMA tiene una llegada al conjunto de la población muy fuerte y uno se pregunta por qué.
–Sí. ¿Por qué?
–Debe haber multitud de factores. Tanto en la etapa de la dictadura como en la lucha por la impunidad la ESMA siempre tuvo un lugar muy emblemático y, paradójicamente, creo que no es representativa de lo que eran los centros clandestinos. Al contrario, tiene muchas singularidades. Además de la cantidad de víctimas que pasaron por allá, creo que influye que los miembros el grupo de tareas de la Marina lograron convertirla en una maquinaria de aterrorizar a la sociedad. Creo que ellos se planteaban que la ESMA asustara. Por un lado, instalaron un centro clandestino como ese en un lugar de tanta visibilidad y circulación... el camino que hacían las caravanas de coches al Casino de Oficiales, que era donde llevaban a los detenidos, es detrás de la reja paralelo a la calle, es muy visible y entraban por la puerta del frente.
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